Rosana Trapasso (40) participa de Estimulación Temprana con su hija Ámbar, de un año y nueve meses. Acompañadas por la encargada y el grupo de mamás participantes, madre e hija dan sus primeros pasos. Una historia de vida compartida.
Ámbar dio sus tres primeros pasos, temblorosos pero decididos, directo a su bebote. Rosana la miró con los ojos llorosos y la sonrisa a flor de piel. Cuando la nena se sentó de golpe y abrazó al muñeco, su mamá corrió a abrazarla y alzarla. A los gritos, llamó a su hijo Javier y a su mamá Esther para contarles la buena noticia: ¡Ámbar camina!
A la semana siguiente, Rosana y su hija llegaron a la Fundación de la mano. El grupo y la encargada del programa las recibieron con aplausos y felicitaciones. “En Estimulación estoy aprendiendo a ser mamá otra vez a los cuarenta. El ritmo de la paciencia y los pañales, el soltarla con confianza, muchas cosas”, relata entre risas.
Rosana, también mamá de Javier (12) y Milagros (4) llegó a la Fundación a principios de año. Hoy, participa de Estimulación y Javier, su hijo de doce años, viene a Juegoteca, Campamentos y Psicología. “Él está en una edad más difícil y que venga acá es una tranquilidad para mí, así no está en la calle. Se hizo amigos y lo veo bien”, explica. Cuenta que a fin de año su hijo se va de campamento a Areco y está muy ilusionado. Que le encanta el fútbol y que lo ve muy integrado a los otros chicos. “Hace tanto fue bebé”.
"Me siento muy acompañada"
Rosana vive con su mamá y sus hijos a tres cuadras de la Fundación. Llegó a Estimulación con muchos miedos y ganas de acompañar a su hija en sus primeros pasos. “Ámbar llegó en un momento que no esperaba y me cambió todo. Es otra etapa de mi vida y estoy muy agradecida de estar acompañada”, relata. Dice que Mili, encargada del programa, la ayudó mucho y que fue fundamental su presencia para dejar que su hija empezara a andar solita. “Los límites, cuándo el sí, cuándo el no. Me sirve mucho hablar sobre estos temas”.
Rosana repite que antes tenía miedo de que se lastimara, que estaba muy encima de ella, que no sabía cómo hacer para no trasmitirle el temor que sentía. Cuando empezó a participar del espacio se encontró con otras mamás que atravesaban lo mismo. Una de sus actividades favoritas en el programa fue “El comienzo de la Vida”, un documental sobre la importancia de los primeros años en la vida de las personas y el espacio de compartida que se generó entre todas.
Durante los juegos y actividades empezó a mirar a Ámbar de cerca pero dándole su espacio: acompañar sus pasos pero dejándola moverse, sintiéndose más tranquila y confiada. “Acá empecé a conocer más personas. Muchas veces una ve todo tan difícil y acá hay alguien siempre atento a escucharte y explicarte las cosas de otra manera”, reflexiona.
"Mi hija me devuelve mucha paciencia y amor."
A Rosana se le ilumina la mirada al compartir que su hija cuenta del uno al diez, que repite todas las palabras, que come de todo. Para ella, el “tiempo pasa volando”: parece ayer estaba en la Maternidad Estela de Carlotto. Recuerda cuando vio a su hija por primera vez: “Chiquitita, muy blanca y pelirroja” y vuelve a decir con nostalgia y alegría que “el tiempo pasa volando”. Por eso, intenta disfrutar cada instante, se detiene en compartir cada momento con sus hijos. “Los miro jugar. Javier es más grande pero igual comparten, se prestan los autitos. Me gusta mirarlos”.
Según Rosana, Ámbar juega, toma, acaricia, se duerme, muchas veces la agarra como “chupete”. Cuenta que en Estimulación comienzan a hablar sobre destete y todo lo que implica este proceso. Le gusta compartir con otras mamás lo que la lactancia significa para ellas y sus hijos, el vínculo, el cansancio, el disfrute. Todo lo que convive en un vínculo que es casi imposible de poner en palabras. “Ámbar me devuelve mucha paciencia y amor. Mis hijos llegaron para hacer un bien en mi vida”, concluye emocionada. “Me siento muy acompañada” “Mi hija me devuelve mucha paciencia y amor”
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